jueves, 22 de julio de 2010

Llegar a viejos y poder contarlo



El 5 de julio de 1978 leí en la prensa que Charlie Smith de 136 años era el hombre más viejo del mundo que añadía: "Fue un esclavo capturado en Nigeria y llevado a los Estados Unidos. Por la Ley Lincoln de 1863, que abolía la esclavitud, quedó libre y siguió trabajando en el mismo campo hasta hace diez años. Actualmente está en un asilo".
Sólo le veo un inconveniente a llegar a esa edad y es que has ido enterrando a todos los que conocías, pero me gustaría estar activa hasta los 126 como el tal Charlie Smith. Pero ha habido muchos Charles Smith, él no es el único. El secreto de los longevos radica en su actitud ante la vida, es su forma positiva de enfocarla preferentemente la que los dota de una gran longevidad, a ello se añaden el regular régimen de vida, una dieta sana y el deporte, aunque este consista en el mero caminar.
Actualmente muchos científicos investigan las causas genéticas de la longevidad y las peculiaridades de los longevos, pero uno de los peligros es considerar la muerte como una enfermedad y no como el final de un ciclo vital, otro de ello es el pensar que la vejez es también una enfermedad en lugar de considerarla como el natural decurso de la vida y parece una alergia que deba ser tratada con un medicamento, porque en lugar de pensar en las ventajas de la experiencia, la sabiduría que esta otorga y el sosiego como factores de la edad, se consideran los años como una especie de enemigo que deba ser erradicado. Mientras luchemos contra nuestro natural devenir, en lugar de aceptarlo, corremos el riesgo de vivir una vida en contra de nuestra propia naturaleza como seres humanos y, por tanto, al no aceptar lo que es vivir no siendo.

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