miércoles, 15 de septiembre de 2010

Vencer los miedos




Viví en Manhattan y cuando era niña, mi madre me llevaba caminando cuatro cuadras hasta la escuela cada mañana y luego volvíamos a casa caminando en la tarde.
Una mañana invernal mi madre se enfermó de neumonía y debí ir sola y regresar también sola. En el camino a casa, el segundo día, caí en el hielo mientras atravesaba la calle y en ese momento un auto se fue patinando hacia mí y se detuvo a pocos centímetros.
El conductor me ayudó a levantarme y me las arreglé para llegar a casa pero no le conté nada a mamá para que no se preocupara. La mañana siguiente, las calles estaban aun más heladas y cuando llegué a la primera intersección estaba aterrorizada y me quedé allí parada por mucho tiempo. Finalmente, llegó una anciana hasta donde yo estaba.
-No veo muy bien –dijo la dama. ¿Podrías darme la mano mientras atravieso la calle?
-Con gusto –le contesté.
La anciana tomó mi mano y al poco tiempo estuvimos en el otro lado.
Entonces caminé un poco y me volví para ver qué estaba haciendo la señora. Para mi sorpresa ella estaba cruzando la calle que acabábamos de atravesar juntas y caminaba sola mucho más rápido.
Me di cuenta entonces que la dama había fingido escasez de vista sólo para ayudarme a pasar la calle.
Mucho después en la vida comprendí que podía vencer mis propios temores ayudando a otras personas.

Mary Kinsolving

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