sábado, 2 de octubre de 2010

A cierta edad




Dicen que a cierta edad, las personas nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes, para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años muy jóvenes, la superficialidad del mundo, los prototipos espectaculares lanzados por la moda impuesta camufladamente con matiz de originalidad  y vanguardia por los poderes económicos que manejan a una sociedad de consumo cada vez mas vacía y superficial, en ese afán de comercio loco, de comprar y vender, de cuanto tienes, eso vales... y por su puesto, el concepto del éxito asociado a valores de fantasía, en los cuales prima lo material y la apariencia...

¡Ventajosamente desperté!
ya no estoy influenciado, eso creo, por la vanidad y el afán de demostrar nada a nadie,
¡pues no lo necesito!

¡quiero Ser antes que tener!

El despertar vino acompañado con la facultad de disernir, y desde entonces mi percepción decide, solo acojo lo que siento y creo,
el discernimiento me permite distinguir entre la fantasía, lo ilusorio, de lo real y verdaderamente trascendente.

En realidad no sé si me habré vuelto invisible para el mundo pero en este punto de mi vida ya no me importa, y aunque es muy probable que eso haya sucedido, nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi existencia.

Aprendí a 
¡quererme mucho!

Descubrí al ser humano que sencillamente soy,
con sus miserias y sus grandezas,
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecto,
de tener muchos defectos, y debilidades,
de equivocarme,
de hacer cosas indebidas,
de no responder a las expectativas de los demás.

Descubrí que es mejor la imperfección que la perfección,
lo perfecto no se mejora mas, porque ya es perfecto,
lo imperfecto puede ser mejor día a día,
aprendo de la Naturaleza que fluye y evoluciona,
quiero ser como el agua que es vida mientrtas corre alegre y cantarina por el rió,
el agua estancada es putrefacta, es muerte!
el ego y la vanidad nos lleva a ello,
 no son mas que agua estancada en el río de la vida que ya no es Vida.

Cuando me miro reflejado en el espejo de la existencia, ya no busco a la que fui...
Sonrío a la que soy...

Celebro la posibilidad de elegir a cada instante quien quiero Ser,
No quiero Tener  en demasía, solo muy poco, solo lo suficiente para gozar de una vida sencilla haciendo lo que me gusta y confundido en el anonimato,
pero si quiero estar rodeado de mi familia y amigos verdaderos, que no son muchos, basta con contarlos con los dedos de la mano sin ocuparlos todos.

Así, me alegro del camino andado,
de la experiencia que me dieron estos años.

Asi, asumo mis contradicciones.
Valoro lo recorrido.

Tan mal no me fue...
¡Estoy aquí!

¡Qué bien vivir sin la obsesión de la perfección!
Después de todo cuando decidí,
que no quería la perfección,
comencé a accionar y a alcanzar objetivos!
que aunque no son importantes para el mundo,
son míos, y los valoro!

¡Qué bien no sentir, ese desasosiego permanente, que produce correr permanentemente, buscando que todos me quieran! 

¡Qué maravilloso reconocer que la felicidad está tan cerca y que no es tan importante como todos piensan,
que tengo a mi lado a Alegría y a Tristeza, que son las importantes,
mis fieles amigas tan relacionada con mi búsqueda
y mis mágicos encuentros interiores!

¡Qué suerte haber comprendido que la magia y el poder no están en el afuera, sino dentro de mí!

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