sábado, 11 de abril de 2015

El círculo del odio y cómo cortarlo


  
Si algún día entras en un circulo de estos, acuérdate que tú también puedes romperlo.





Un importante señor, gritó al director de su empresa, porque estaba enojado en ese momento.
El director, llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa.
Su esposa gritó a la empleada que rompió un plato.
La empleada dio un puntapié al perro porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la vereda, porque estaba obstaculizando su salida por la puerta.
Esa señora fue a la farmacia para colocarse la vacuna y que le curaran la herida y gritó al farmacéutico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada.
El farmacéutico, llegó a su casa, y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado.
Su madre, tolerante, y un manantial de amor y perdón, acarició sus cabellos diciéndole:
"Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tu trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor."
Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos...

En ese momento, se interrumpió el CÍRCULO DEL ODIO, porque chocó con la TOLERANCIA, la DULZURA, el PERDON y el AMOR.

domingo, 5 de abril de 2015

La abundancia es una realidad


  
Fragmento de "El camino de la abundancia", de Deepak Chopra

La abundancia es la experiencia en la que nuestras necesidades se satisfacen con facilidad y nuestros deseos se cumplen espontáneamente. Sentimos alegría, salud, felicidad y vitalidad en cada momento de nuestra existencia.
Cuando arraigamos en la naturaleza de la realidad y, al mismo tiempo, sabemos que esa realidad es nuestra propia naturaleza, comprendemos que somos capaces de crear cualquier cosa, porque todo el material de la creación tiene el mismo origen. La naturaleza acude al mismo sitio para crear un conjunto de nebulosas, una galaxia de estrellas, una lluvia en el bosque o un cuerpo humano, igual que para crear un pensamiento.
En la creación, todo lo material, todo lo que podemos ver, tocar, oír, gustar u oler, está hecho de la misma sustancia y proviene de la misma fuente. El conocimiento concreto de este hecho nos da la capacidad de satisfacer cualquier deseo, de adquirir cualquier objeto material, y de gozar de la plenitud y de la felicidad, cualquiera sea el límite a que aspiremos.
Según la ciencia, todas las cosas materiales, sean automóviles, cuerpos humanos o billetes, están hechos de átomos. Estos, a su vez, están compuestos de partículas subatómicas que son fluctuaciones de energía e información, en un inmenso vacío de energía e información.
Sin entrar en detalles, la conclusión básica de los teóricos de los campos cuánticos es que la materia prima del mundo es inmaterial; la sustancia esencial del universo no es materia. Toda nuestra tecnología se basa en ese hecho, y es la ruina suprema de la superstición materialista de la actualidad.
Las máquinas de fax, las computadoras, las radios, la televisión, son posibles porque los científicos ya no creen que el átomo, unidad básica de la materia, sea una entidad sólida. El átomo no es en absoluto una entidad sólida: es una jerarquía de estados de información y energía en el vacío de todos los posibles estados de información y energía.
La diferencia entre un objeto material y otro objeto material , por ejemplo entre un átomo de plomo y uno de oro, no se encuentra en el nivel material. Las partículas subatómicas,protones, electrones, quarks y bosones que componen tanto el átomo de oro como el de plomo son exactamente las mismas. Más aún, aunque las llamamos partículas, no son objetos materiales sino impulsos de energía e información. Lo que diferencia el oro del plomo es la disposición y la cantidad de esos impulsos.
Toda creación material está estructurada sobre la base de información y energía. En esencia, todo suceso cuántico es una fluctuación de energía e información. Y esos impulsos de energía y de información son la fuente que constituye todo lo que consideramos sustancia o materia.
Por lo tanto, resulta claro que no sólo la sustancia esencial del universo no es materia, sino que es "no materia pensante". Pues, ¿qué otra cosa es un pensamiento, sino un impulso de energía e información?
Imaginamos que los pensamientos sólo surgen en nuestra cabeza, pero ello se debe a que los experimentamos como pensamiento estructurado de manera lingüística, que se expresa verbalmente y que nos habla en nuestro idioma. Sin embargo, esos impulsos de energía e información que consideramos pensamientos, esos mismos impulsos, son la materia prima del universo.
La única diferencia entre los pensamientos que están dentro y fuera de mi cabeza consiste en que veo los que están dentro estructurados en términos lingüísticos. Pero antes de que un pensamiento se haga verbo y pueda experimentarse como lenguaje es solo intención. Es, insisto, un impulso de energía e información.
En otras palabras, en el nivel preverbal, toda la naturaleza habla el mismo lenguaje. Todos somos cuerpos pensantes en un universo pensante. Y, de igual manera que el pensamiento se proyecta en las moléculas de nuestro cuerpo, los mismos impulsos de energía e información se proyectan como sucesos en el espacio-tiempo de nuestro ambiente.
Tras la apariencia visible del universo, más allá del espejismo de las moléculas, del maya o ilusión del mundo físico, subyace una matriz invisible por definición, constituida por la nada. Esa nada invisible orquesta, instruye, guía, gobierna y obliga en silencio a la naturaleza a expresarse a través de una creatividad infinita, de una abundancia infinita, y de una exactitud sin errores en incontables diseños, modelos y formas.
Las experiencias de la vida son el continuum, esa matriz sin costuras de la nada, en ese todo de cuerpo y medio ambiente, de éxito y fracaso, de riqueza y pobreza. En apariencia, todo eso nos sucede pero, en niveles muy primarios, nosotros hacemos que sucedan.
Los impulsos de energía e información que crean nuestras experiencias se reflejan en nuestras actitudes hacia la vida. Y esas actitudes son el resultado de impulsos autoengendrados de energía e información.

El fenómeno del Mono número 100



Conciencia Colectiva

Cuando apenas un número limitado de personas conoce una nueva forma, sólo es propiedad consciente de esas personas. Pero hay un punto en el cual cuando una sola persona más sintoniza este nuevo conocimiento, el campo se refuerza de tal manera que este conocimiento es adquirido por casi todos.

El macaco japonés, especie "Macaca Fuscata", fue observado en estado salvaje por un período de 30 años.
En 1952, en la isla de Koshima, al norte de Japón, los científicos comenzaron a proveerles batatas a los monos, arrojándoselas a la arena. A los monos les gustaba el sabor de la batata cruda, pero no la arena pegada a ella.
Una hembra de 18 meses, llamada IMO, resolvió el problema lavando las batatas en un arroyo cercano. Después le enseñó el truco a su mamá. Sus compañeros de juego también aprendieron esta nueva manera y la enseñaron a sus madres.
Poco a poco, ante los ojos de los científicos, varios monos fueron aprendiendo esta innovación cultural.
Entre 1952 y 1958 todos los monos jóvenes habían aprendido a lavar las batatas con arena para hacerlas más sabrosas. Los adultos que imitaron a sus hijos aprendieron esta mejora social, pero los otros adultos seguían comiéndose las batatas sucias. Entonces sucedió algo sorprendente. En el otoño de 1958, un determinado número de monos en Koshima ya lavaban las batatas (el número exacto se desconoce).
Supongamos que al salir el sol una mañana había 99 monos en la isla de Koshima que habían aprendido a lavar sus batatas. Supongamos también que un poco después, esa misma mañana, el mono número cien aprendió a lavar las batatas.
¡Y entonces sucedió! Esa misma tarde casi toda la tribu lavaba sus batatas antes de comérselas. La energía adicional de este mono número cien, de algún modo, había generado ese avance ideológico.
Sin embargo, cabe hacer notar lo siguiente: algo aún más sorprendente que observaron los científicos fue que el hábito de lavar las batatas entonces saltó y atravesó el mar.
Colonias de monos en otras islas y la tribu principal de monos del continente, en Takasakiyama, empezaron a lavar sus batatas.
De este modo, cuando un determinado número crítico logra un conocimiento, este nuevo conocimiento puede ser comunicado de una mente a otra.
Si bien el número exacto puede variar, el fenómeno del Mono Número Cien significa que cuando apenas un número limitado de personas conoce una nueva forma, sólo es propiedad consciente de esas personas. Pero hay un punto en el cual cuando una sola persona más sintoniza este nuevo conocimiento, el campo se refuerza de tal manera que este conocimiento es adquirido por casi todos.
Se cree que existiendo una masa crítica determinada, se produciría un fenómeno "telepático" que "sube" la nueva información a la conciencia colectiva desde donde es "descargada" por los demás integrantes de la misma.

Gratitud


Algunas veces olvidamos apreciar las cosas simples de la vida. La experiencia de cantar, reír o bailar con júbilo; de estar enamorado, de conectar o compartir con otros; de tener inspiración, un sentido de productividad, expansión; la emoción que sentimos cuando tocamos o escuchamos una música hermosa, cuando vemos una obra de arte, todo esto ejemplifica a la Luz. 
La gratitud evita que pensemos que las bendiciones en nuestra vida están garantizadas y evita que caigamos en un estado de reactividad pasiva. 
¿Dónde están las bendiciones en tu vida? ¿Dónde experimentas Luz?
La importancia de la gratitud es doble, de una parte es el mejor antídoto contra la autocrítica y la autocondena; de otra, cada vez que agradecemos un ángel del Señor, llamado Jehudiel anota nuestros agradecimientos y hace que lo que recibimos se multiplique en nuestras vidas, mientras que cuando no agradecemos abrimos la puerta a las carencias en cualquier ámbito. Pero existe una última razón y es que cuando agradecemos creamos en nuestro interior un cúmulo de energía positiva y nos convertimos en un imán para atraer lo mejor a nuestra vida.

¿Buscar la felicidad o el sentido?


Viktor Frankl
Si siempre te sentiste un poco insatisfecho, aún con todas tus necesidades cubiertas, seguramente buscarle un sentido a la vida puede cambiar tu manera de ver todo lo que te rodea, más que buscar la felicidad. Te invitamos a reflexionar leyendo esta nota.
En septiembre de 1942 Viktor Frankl, un eminente psiquiatra y neurólogo judío de Viena, fue detenido y trasladado a un campo de concentración nazi junto con su esposa y sus padres. Tres años después, cuando ese campo fue liberado, la mayoría de sus familiares, entre ellos su esposa embarazada, estaban muertos. Con todo él, prisionero número 119.104, se había salvado. En su exitoso libro El hombre en busca de sentido —que escribió en nueve días en 1946—, Frankl cuenta cómo afrontó el cautiverio y concluye que la diferencia entre los que sobrevivieron y los que murieron se redujo a una cosa: sentido.
Frankl trabajó como terapeuta en varios campos de concentración y en su libro habla sobre dos prisioneros con intenciones suicidas a los que trató. Como muchos otros, esos hombres se sentían desesperanzados. “En ambos casos”, escribió el vienés, “era cuestión de hacer que se dieran cuenta de que la vida aún esperaba algo de ellos”. Para uno de los prisioneros, se trataba de su pequeño hijo, que vivía en otro país; para el otro, un científico, era una serie de libros que deseaba terminar. “A un hombre se le puede quitar todo, menos una cosa, la última de las libertades humanas: elegir su actitud bajo cualquier conjunto de circunstancias, escoger su propio camino”, dice Frankl en su libro.
Como observó en los campos, aquellos que hallaron sentido hasta en las circunstancias más horrendas eran mucho más resistentes al sufrimiento que quienes no lo encontraron. “Un hombre que se hace consciente de la responsabilidad que implica que otro ser humano lo espere con afecto[...] no podrá desperdiciar su vida nunca. Quien sabe el ‘porqué’ de su existencia siempre será capaz de soportar casi cualquier ‘cómo’”, escribió Frankl.
Hoy el mensaje atemporal de Frankl parece estar en contradicción con nuestra cultura, que se interesa más en la búsqueda de la felicidad individual que en la búsqueda de sentido. Según una encuesta Gallup, en 2012 el nivel de felicidad de los estadounidenses alcanzó su punto máximo en cuatro años; no obstante, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 4 de cada 10 de las personas no han encontrado un propósito satisfactorio en la vida, independientemente de lo satisfechas que estén sus necesidades inmediatas.
Los estudios muestran que tener propósito y sentido en la vida aumenta el bienestar general y la satisfacción personal, mejora la salud mental y física, incrementa la resistencia, fortalece la autoestima y disminuye el riesgo de caer en la depresión. Y, paradójicamente, la búsqueda obsesiva de la felicidad está haciendo menos felices a las personas, según una investigación reciente. “Buscar la felicidad por sí sola es lo que impide alcanzarla”, escribió Frankl. Por esta razón algunos expertos desaconsejan aspirar únicamente a ser feliz.
En un estudio científico publicado en el Journal of Positive Psychology, unos psicólogos preguntaron a casi 400 estadounidenses si pensaban llevar una vida con sentido, feliz o ambas cosas. Descubrieron que la gente feliz encuentra alegría en recibir, y la que lleva una vida con sentido, en dar. “La felicidad sin sentido caracteriza una vida relativamente vacía, abstraída en sí misma e incluso egoísta, en la que las cosas marchan bien, las necesidades y deseos son fáciles de satisfacer, y se evitan los asuntos complicados o agotadores”, escribieron los autores del estudio.
En síntesis, descubrieron que las personas felices tienden a pensar que la vida es fácil, gozan de buena salud física y tienen los medios para comprar las cosas que quieren o necesitan. Para ellas, la felicidad es no tener preocupaciones ni estrés. Si es así, entonces los humanos no son los únicos seres capaces de sentir felicidad. Los animales también se sienten felices cuando sus necesidades e impulsos están satisfechos, señalaron los investigadores. Según Roy Baumeister, director del estudio, lo que distingue a los humanos de los animales no es la búsqueda de la felicidad, sino la búsqueda de sentido.
Muchos de los participantes del estudio encontraban sentido en ofrecer algo de sí mismos a los demás. Cuando llevás una vida con sentido, “usás tus mayores fuerzas y talentos en pertenecer y servir a algo que considerás más grande que vos”, señala Martin Seligman, uno de los principales psicólogos científicos de la actualidad. Por ejemplo, llevar una vida con sentido se asocia con actividades como comprar regalos para otros, cuidar a los niños y participar en debates.
Las personas cuya vida tiene sentido suelen buscar esto activamente, aunque saben que será a expensas de la felicidad. Tener hijos, por ejemplo, se asocia con una vida con sentido que exige sacrificio, pero también conlleva un nivel bajo de felicidad de los padres, entre ellos los participantes en el estudio citado. De hecho, según el psicólogo Daniel Gilbert, de la Universidad Harvard, las investigaciones muestran que los padres se sienten más felices haciendo ejercicio, comiendo y viendo televisión que conviviendo con sus hijos.
El sentido también se refiere a trascender el momento presente. Mientras que la felicidad es una emoción que se siente en el aquí y el ahora, al final se disipa, como sucede con todas las emociones. Los sentimientos de placer son fugaces; el sentido, en cambio, es duradero. En el estudio mencionado, las personas que pensaban más en el presente eran más felices, pero las que dedicaban más tiempo a pensar en el futuro o en las luchas y adversidades del pasado llevaban una vida con más sentido.
Otra investigación realizada en 2011 confirmó esto: las personas que tienen sentido en su vida —en forma de un propósito bien definido— se muestran mucho más satisfechas con su vida (incluso cuando se sienten mal) que las que carecen de un propósito claramente definido.
Esto nos lleva de nuevo a Viktor Frankl, específicamente a una experiencia decisiva que tuvo antes de que lo enviaran a los campos de concentración. En los primeros años de su vida adulta, Frankl logró establecerse como uno de los principales psiquiatras de Viena. Para 1941, sus teorías habían recibido atención internacional, y trabajaba como director de neurología en el Hospital Rothschild de la capital austríaca. Allí arriesgaba la vida y su carrera haciendo diagnósticos falsos a pacientes con enfermedades mentales para que los nazis no los condenaran a la eutanasia.
Con su carrera en ascenso y la amenaza de los nazis acechándolo, Frankl había solicitado visa para emigrar a los Estados Unidos, y ese año se la concedieron. Para entonces, los nazis ya habían comenzado a llevar judíos a los campos de concentración, en primer lugar a los mayores; Frankl sabía que era solo cuestión de tiempo para que fueran también por sus padres. Si esto ocurría, pensó, tendría la obligación de ir con ellos y ayudarlos a superar el trauma de adaptarse a la vida en cautiverio.
Por otra parte, como era un hombre recién casado y tenía una visa en la mano, se sentía tentado a huir a los Estados Unidos en busca de seguridad; creía que allí podría destacar aun más en su campo.
Lleno de dudas, se dirigió a la Catedral de San Esteban, en Viena, para aclarar sus ideas. Buscaba una “señal divina” y de vuelta en casa la encontró en forma de un trozo de mármol encima de la mesa. Era parte de los escombros de una sinagoga cercana que los nazis habían destruido, le explicó su padre. Contenía uno de los Diez Mandamientos, el de honrarás a tu padre y a tu madre. Frankl decidió quedarse.
La sabiduría que le dejaron sus experiencias en los campos de concentración, en medio del inimaginable sufrimiento humano, es tan relevante hoy como lo fue entonces. “El ser humano siempre apunta y se dirige hacia algo o alguien que no es uno mismo”, escribió. “Cuanto más se olvida uno de sí mismo —entregándose a servir o amar a otras personas—, más humano es”. Al dedicar nuestra vida a “dar”, más que a “recibir”, también reconocemos que en la vida hay algo más bueno que la simple búsqueda de la felicidad.

¿Sabes que para ser bueno tienes que ser malo?



En la dualidad en que vivimos, tendemos a huir del polo que no nos gusta y aferrarnos al que sí.  Por ejemplo, escapamos del dolor y sujetamos al placer, queremos ser buenos y estigmatizamos lo malo.  ¿Nos cuestionamos alguna vez la validez de esta reacción?  ¿Y si fuera más complejo y valioso?

La mayoría de las personas quieren ser vistas como buenas.  No es de extrañar que, cuando pregunto a mis pacientes acerca de sus múltiples cualidades, casi todos digan “soy bueno”… y se queden ahí.  Como dije, estamos en una dualidad, así que es imposible que sean sólo buenos.  No existe el 100% en nada.  Por lo tanto, también son malos.  ¿Qué hacen con eso?

Lo rechazan obviamente, lo esconden, lo niegan, lo proyectan.  Una de las maneras en que más se nota esta tendencia es en quienes consideramos muy buenos: generosos, siempre dispuestos a ayudar, dadivosos, cuidadores de hijos, nietos, padres, enfermos, amigos, desconocidos, etc., no tienen tiempo para sí.  Al final, se cansan, se hartan,  se enferman. 

¿Qué pasó?  “Salvaron” a todos pero no a ellos mismos.  Usaron y abusaron de sus fuerzas y terminaron agotados y frustrados.  Se concentraron en dar y recibieron poco.  Conozco muchas personas así y hay tantísimas más que no lo quieren admitir.  Fueron buenas… buenudas…  No supieron decir NO.  No ejercitaron poner límites.  No dejaron que los demás aprendan por sí mismos a resolver sus problemas y los hicieron débiles y dependientes.  Tuvieron miedo de los traumas internos y huyeron afuera.  Se quedaron pegados a una definición de “bueno” que los limitó y se asustaron que los tildaran de “malos” si se negaban a ceder a lo que los demás le reclamaban.

La excusa perfecta para ser buenudos es que quieren mucho al otro y por eso le dan todo lo que quiere.  Según mi experiencia, eso tiene poco que ver con el amor: es dependencia emocional, es necesidad de ser reconocidos y amados.  Sólo quien se conoce, se acepta, se respeta y se ama atrae y actúa el verdadero amor.  Sólo quien afronta sus cualidades y defectos puede lidiar con ellos y con las demandas abusivas de los otros.



Al negar un polo de la dualidad, nos perdemos su regalo.  ¿Cuáles son los dones del polo negativo?  Entre otras cosas, una sabiduría, una fuerza y una profundidad magníficas.  Cuando nos permitimos bucear en nuestras impotencias y oscuridades, encontramos posibilidades sumamente enriquecedoras.  Explorar la dependencia nos vuelve libres.  Explorar la debilidad nos vuelve poderosos.  Explorar los temores nos vuelve confiados.

Ser humanos es una experiencia de una riqueza extraordinaria, porque implica un aprendizaje exhaustivo de lo que significa ser creador en un ambiente denso y dual.  No estamos aquí para que nos juzguen por ser nenes buenos o malos.  Estamos aquí para adentrarnos en cada posible camino, sin importar el signo, porque de todo extraeremos aprendizajes significativos.  Y  lo hacemos por amor a la Creación.  No nos juzguemos tan livianamente.

Cómo disminuir el stress


¿Tu dedicación te hace sentir abrumado? En la actualidad no hay tiempo para el ocio ni el descanso; incluso de acuerdo a una encuesta realizada por la Asociación Americana de Psicología (APA), aproximadamente la mitad de los trabajadores no hace uso de sus vacaciones asignadas por la gran cantidad de responsabilidades que tienen.
"Parte de esta sensación proviene de las presiones del mundo actual en conexión continua. Debido a los mensajes de correo electrónico, los teléfonos celulares y la Internet, las personas se enfrentan a una dificultad para desconectarse del trabajo y prioridades personales”, indica un estudio de la APA.

Deja ir las cosas…

¿Te sientes abrumado? Dile adiós a este problema con las siguientes recomendaciones.
  1. Desecha el complejo de culpa. Uno de los mayores cambios que puedes hacer es no tratar de ser “perfecto”. De acuerdo con Brigid Schulte, autora de Overwhelmed, el tratar de satisfacer, sobre todo, simultáneamente genera culpa, frustración y ansiedad. Sentimientos que abruman.
  2. Crea una lista de pendientes. Así evitas que se te olvide algún asunto importante, o pensar constantemente en todo lo que le falta por hacer. Al escribirlo aclaras tu mente y buscas las soluciones que más se adaptan a tu necesidad.
  3. Acepta que no todo lo puedes controlar. Ejemplo, los empleados que comen en su lugar, llegan temprano y se van tarde son las que se valoran; en cambio si deciden salir temprano experimentan una sensación de culpa y ansiedad. De acuerdo con Schulte ésta es una forma de presión social.
  4. Toma recesos breves. Dedícate uno o dos minutos periódicamente a pararte, estirarte y respirar profundo. Líbrate de la tensión acumulada. Además toma un receso de 10 a 15 minutos al cabo de algunas horas de trabajo.
  5. Reglas de conexión. De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología, la tecnología puede consumir buena parte del tiempo que le dedicas a tu familia y hasta a tus vacaciones. Por ello debes desconectar el teléfono celular al llegar a casa, o determinar ciertos horarios para responder llamadas. Comunícales estas reglas a los demás para que evites conflictos.
  6. Delega responsabilidades. Para Schulte esto se puede ejemplificar en las relaciones de pareja, ya que a través de la plática se puede decidir quién puede hacer el quehacer o cuidar a los niños. Dividir las tareas evita el agobio.
  7. Conócete a ti mismo. Aprende a percibir cuando te empiezas a sentir abrumado; ejemplo, te irritas o tomas decisiones impulsivas. Una vez que lo has identificado puedes evitar que se salga de control a través de realizar actividades que te relajan: caminar, ir al baño a hablar por teléfono. ¡Tú elige!
Tip final: No es malo pedir la ayuda de las personas que te aman. Tu familia y amigos tienen la capacidad para contribuir en la disminución de estrés en tu vida, ya que pueden ayudar en algunas de las obligaciones que te abruman, así lo sugiere Asociación Americana de Psicología.

Las 10 emociones positivas más importantes


Fueron elaboradas, luego de años de investigación, por la doctora en psicología Barbara Fredrickson, autora del modelo “Ampliación y Contrucción”, que explica la función que cumplen las emociones positivas, en contraposición a las negativas.
La estadounidense doctora en psicología Barbara Fredrickson, ganadora del prestigioso “Highest templeton prize in Positive Psychology”, describió, luego de años de investigación científica, las diez emociones positivas que tienen un efecto directo en nuestro bienestar.
1- Alegría: Sucede en un instante, cuando nos encontramos en un ambiente familiar y seguro. Aparece en aquellos momentos “perfectos” (un domingo con la familia, una felicitación inesperada) donde sentimos que las cosas son exactamente como deberían de ser y estamos justamente donde deberíamos estar.
2- Gratitud: Es un momento en el que te das cuenta que alguien hizo mucho más por ti de lo que era necesario, tal vez un vecino, un maestro o un mentor. La gratitud abre nuestros corazones y activa en nosotros el botón de la “’reciprocidad” genuina que nos mueve a hacer algo por aquella persona que nos hizo tanto bien.
3- Serenidad: Al igual que la alegría, la serenidad se da en un ambiente familiar y seguro, pero es una versión mucho más relajada, sostenida y sutil. Se disfruta cuando estamos totalmente presentes y conscientes de lo que estamos viviendo, desde disfrutar al comer un antojo, hasta estar completamente inmersos en un momento de contemplación.
4- Interés: Es un estado más elevado donde algo nuevo llama nuestra atención inspirándonos y provocándonos fascinación y curiosidad. A veces se despliega como un abanico de nuevos retos que te permite mantener en crecimiento tus habilidades; esto nos mantiene despiertos, vigorizados y sintiéndonos realmente vivos.
5- Esperanza: Aunque la positividad se genera cuando te sientes seguro y familiar, la esperanza es la excepción. Esta se genera cuando las circunstancias son difíciles o adversas y nos ilumina como un faro de luz, que refuerza nuestra creencia de que todo puede cambiar y mejorar.
6- Orgullo: Es una de las emociones catalogadas como de “auto-conciencia”, y muchas veces tiene una connotación negativa al asociarlo con los pecados capitales como la soberbia. Si se mantiene balanceada con algo de humildad, su positividad está en que nos permite atribuirnos los logros que resultan de un esfuerzo genuino y de un trabajo duro.
7- Diversión: La encuentras en aquello que te hace reír y te permite la recreación; es a veces una inesperada chispa que brota de manera espontánea y que te ayuda a cambiar o a “refrescar” tu perspectiva.
8- Inspiración: es como una bocanada de oxígeno que toca tu vida, tu corazón y tu mente exaltando tu imaginación, tu creatividad y tu motivación. Sentirse inspirado por algo o alguien dispara tu atención y le da calidez a tu corazón.
9- Asombro: Se origina al reconocer la sensación de estar en presencia de algo mucho más grande que nosotros mismos. Puede darse al contemplar un atardecer, al observar la vía láctea o al sostener la cabeza de un recién nacido, esos momentos de magnificiencia y belleza recargan nuestra energía.
10- Amor: Es la emoción positiva más frecuente y abarca todas las anteriores. Cuando sentimos amor nuestros cuerpos tienen una reacción biológica que incrementa nuestros niveles de oxitocina y progesterona, aumentando nuestra sensación de bienestar y reduciendo nuestro nivel de estrés, lo que sin lugar a dudas mejora nuestra salud y calidad de vida.
¿Cómo cultivar estas emociones?

Un buen principio es analizar qué tiempo de pensamientos y acciones te provocan estas emociones positivas y tenerlos claro para generarlas cuando necesites sentirte bien, entusiasmado o en calma. Otra idea es crear un portafolio en tu computadora con imágenes que te provoquen estas emociones: fotografías de personas, vivencias o lugares, música, citas o lecturas o cualquier elemento que te permitan transformar tu estado emocional.